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Café Coca Cola II

  • Foto del escritor: Orlando Mendieta
    Orlando Mendieta
  • 22 may
  • 5 Min. de lectura

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René A. de Gracia M.

¿Quiénes recuerdan fechas como, el incendio del polvorín, ocurrido el 5 de mayo de 1914, el hecho histórico del 10 de mayo de 1951, la represión padecida por los estudiantes al solicitar la construcción de más escuelas el 19 de mayo de 1958; la muerte de Rommel Fernández, el 6 de mayo de 1993? ¿Alguien recuerda a José Bech y al profesor Orlando Muñoz, los mentores de Rommel en ese mítico primer viaje a España?. 

Cambiando de tema, se escogió al sucesor de Francisco; León XIV, habrá que conocer la posición del nuevo pontífice para combatir al mentiroso de Donald Trump. Es recomendable que nuestro presidente le diera instrucciones a la embajadora de Panamá ante la Santa Sede para que solicite audiencia urgente con su santidad y explicarle que las políticas que esgrime el mentiroso presidente de Estados Unidos de América provocarán un derramamiento de sangre, donde lo más seguro es que los caídos serían, en su mayoría, católicos y evangélicos panameños y reafirmar que el Canal siempre ha sido panameño.  

Es interesante ver cómo el nuevo embajador de Estados Unidos de América ha tratado de vender su figura con el papel que hizo  el día 28 de abril; una de las noticias aparecidas en La Estrella de Panamá digital  recalca la visita del nuevo diplomático de los Estados Unidos de América, Kevin Marino Cabrera de padres de origen cubano, al histórico “Café Coca Cola,”  posteriormente visitó el Casco Viejo de la ciudad  de Panamá, ignoro si el nuevo diplomático estadounidense fue acompañado por  algún guía turístico histórico o algún experto en Gestión Cultural o, si el periodista que lo entrevistó  pudo haberle susurrado a este diplomático los lazos históricos existentes entre Panamá con el país de nacimiento de sus ancestros.

Por ser una persona de origen caribeño se hacía necesario recalcarle algunos datos de interés histórico. La persona que lo entrevistó tenía la obligación de decirle: “Mire, señor Marino, al independizarse Panamá de España, uno de los sueños del libertador Simón Bolívar era tomar a la nueva naciente república como punto de pivote para iniciar la lucha por las independencias de Cuba y Puerto Rico, otra información de origen histórico que debe conocer el nuevo embajador es que estando en el exilio, José Martí visitó en forma clandestina nuestro país para solicitar apoyo político para la lucha independentista de Cuba. 

Es importante que este diplomático conozca que Antonio Maceo vivió brevemente en Panamá y cuando se embarcó nuevamente para continuar luchando por la independencia de la “Perla Antillana” su partida fue acompañada por muchos panameños que llegaron a obtener en combate el grado de tenientes y el más alto lo obtuvo Adolfo Peña, General de Brigada. Formó parte de los Leones de Maceo. Ojalá que a este embajador le recalcaran que Panamá siempre ha sido un crisol de razas, el histórico Café donde usted está disfrutando de un especial desayuno no criollo, fue el punto de reunión de jóvenes estudiantes y políticos de todas las tendencias políticas de derecha y de izquierda que formaban parte del Partido Liberal Nacional, Panameñista, Coalición Patriótica Nacional, Partido del Pueblo, Demócratas Cristianos, Republicano, Frente Patriótico de la Juventud. Movimiento de Acción Revolucionaria, Movimiento de Unidad Revolucionaria y otros. Todas estas personas que militaban en los diferentes grupos tenían un punto en común: “Un solo país, una sola bandera”. “Fuera las bases militares”. “No a la quinta frontera”. “Soberanía o Muerte”. “Abajo el imperialismo yanqui“Abajo los vende patria”. “Abajo el memorándum de entendimiento” “Viva el SUNTRACS”. ¿En esos años usted se atrevería a desayunar en ese lugar? Hubiese sido fuertemente cuestionado por esas aguerridas personas. En este lugar tan especial de tertulias políticas y literarias sus progenitores no lo podían ver en ninguno de los cafés ubicados en el Paseo del Prado, ni usted mucho menos ha tenido la vivencia de verlo en la Pequeña Habana.

Al ir avanzando la conversación con el nuevo embajador  tenía que hacerse necesario  decirle:  “Sr. Marino, lo que menos se consumía en este local en las décadas del treinta al setenta era el refresco patentizado en Atlanta, “Coca Cola”, sepa que el precio de esta bebida en este local era de 0.10 (diez centésimos y el precio regular en otros restaurantes a su alrededor era de 0,05 (cinco centésimos) los comensales prácticamente no se veían en las mesas sino en la barra, agregado, la taza de café se vendía a 0,05 (cinco centésimos). Señor embajador Marino Cabrera, en este local no había aire acondicionado, sus puertas estaban abiertas, contaba con un local donde se vendían cigarros americanos, no cubanos, y el semanario español ABC. En una ocasión el historiador de la ciudad de La Habana, el fallecido Eusebio Leal Spengler, desde la entrada del Café Coca Cola hizo un paralelismo histórico entre el Casco Viejo de la ciudad de Panamá y la Habana Vieja; También había que decirle al embajador estadounidense que el Café Coca Cola hace décadas había perdido su esplendor. Al ir creciendo la ciudad, sus frecuentes visitantes fueron desplazándose a otros lugares como el Café Mirani, y, Café y librería Los Arcos, en avenida Cuba, los restaurantes Deliry en Bella Vista y Transístmica y el Boulevard Balboa, en la avenida Balboa. 

Si no lo sabía, había que decirle al nuevo embajador que una de las figuras como el Dr. Rómulo Escobar Betancourt, negociador de los Tratados Torrijos Carter, fue un cliente frecuente. También visitaron este histórico lugar los comandantes Dr. Fidel Castro Ruz y el Dr. Ernesto “Che” Guevara además de muchas otras figuras internacionales.

Los dueños de este lugar originalmente eran españoles y luego con el tiempo lo compraron unas personas de origen griego. Otro detallito que debieron recordarle al embajador estadounidense es que en una de las partes laterales era común ver a varias personas vender cigarrillos estadounidenses comprados de contrabando en las distintas bases militares existentes en la ex Zona del Canal. 

Considero que Marino también debió de conocer “El Gato Negro”. ¿Por qué no quiso ir? Me imagino que al caminar desde el Coca Cola al Casco Viejo se percató de la influencia francesa en muchas de las edificaciones. Creo que comprobaría que el pueblo panameño está muy por encima de su visita al Café Coca Cola y lo que desea la población de Panamá, es la no existencia de Bases Militares que lacera nuestra total soberanía. Su presencia en ese lugar fue la de una nueva versión de un espectáculo para imponer las mentiras de Donald Trump. Si estuviera vivo Al Khawarizmi, le recalcaría. “El presidente que usted representa es una persona “Sin valores éticos, ni principios sólidos”.

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