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McKinsey alerta sobre una transición energética más lenta

  • Foto del escritor: Orlando Mendieta
    Orlando Mendieta
  • 20 oct
  • 2 Min. de lectura
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(Financiero News–Panamá) McKinsey & Company presentó su Global Energy Perspective 2025, un análisis que proyecta una transformación más compleja y prolongada del sistema energético mundial.

El informe revela que las emisiones globales alcanzaron su punto más alto en 2024, ampliando la brecha entre las tendencias actuales y los compromisos necesarios para limitar el calentamiento global a 1,5 °C. De mantenerse el ritmo actual, la temperatura podría aumentar entre 1,9 °C y 2,7 °C hacia finales de siglo, una advertencia más severa que en años anteriores.

El estudio sostiene que, pese a la expansión de las energías renovables, los combustibles fósiles seguirán teniendo un papel determinante hasta e incluso después de 2050, con el gas natural consolidándose como un actor clave en la generación eléctrica y en el consumo industrial, desplazando parcialmente al carbón. Sin embargo, McKinsey advierte que este último podría mantenerse en niveles más altos de lo anticipado, reflejando la dificultad de reemplazar por completo las fuentes intensivas en carbono.

El informe también señala que los combustibles alternativos, como el hidrógeno limpio, tardarán más en alcanzar una adopción masiva, a menos que los gobiernos implementen políticas o mandatos regulatorios más estrictos. En muchos mercados, la prioridad sigue siendo la asequibilidad energética, un factor que limita la velocidad de la transición.

McKinsey subraya que no existe una ruta única hacia la descarbonización global. Las diferencias en costos, recursos energéticos, marcos regulatorios y niveles de desarrollo determinarán distintos ritmos de avance. Mientras China impulsa una rápida electrificación, otras economías deberán equilibrar sostenibilidad, fiabilidad y precios, diseñando estrategias adaptadas a su realidad energética.

El análisis prevé un crecimiento sostenido en la demanda eléctrica mundial, impulsado por la electrificación industrial, la transformación del consumo residencial y la expansión de nuevos grandes usuarios, como los centros de datos. Esta mayor demanda, acompañada por la digitalización y la descarbonización de sectores tradicionales, redefinirá la estructura de los mercados eléctricos.

Aunque los combustibles fósiles seguirán presentes, el liderazgo en la generación de nueva energía recaerá en las fuentes renovables, el almacenamiento y las tecnologías firmes de baja emisión. Según el escenario central del informe, entre 61% y 67% de la generación eléctrica global podría provenir de energías renovables en 2050, lo que representaría un cambio estructural histórico en el balance energético mundial.

Finalmente, McKinsey destaca la necesidad de un enfoque sistémico en la reducción de emisiones, advirtiendo que centrar los esfuerzos únicamente en el sistema eléctrico puede resultar ineficiente y costoso. Propone, en su lugar, una estrategia integral que distribuya los esfuerzos entre energía, transporte e industria, para lograr reducciones más efectivas y sostenibles a largo plazo.

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